DEDICADO A PALMEIRA

 

         Bendita tierra, Galicia, que me acoge, casi anualmente para descanso (no por mi trabajo,  puesto que pasé de mi línea de actividad) sino para recuperación de mi estado general.

 

         Soy ochentón,  pero los días que paso entre mis familiares y amigos gallegos,  me relajan extraordinariamente y me fortalecen para aguantar un año más,  y que sean muchos...  El señor de arriba tiene la palabra.

 

         Si bien decía,  la bendita Galicia,  he de concretar mis elogios a este risueño pueblecillo de PALMEIRA (así con mayúsculas,  que se lo merece) a caballo entre A Pobra y Riveira, alegre, feliz, trabajador, con sus playas, sus bateas,  con sus magníficos establecimientos de comidas y principalmente con su simpática población,  todo cariño y atenciones al que para su relajo viene gozoso de otras tierras de España.

 

         Quiero hacer constar que lo paso,  como ahora nos dicen los jóvenes “pipa”.  Mis parientes me tratan,  lo mismo que a mi mujer,  como a príncipes y otro tanto todos los amigos que tengo,  que son muchos.

 

         El tiempo que disfrutamos es magnífico:  calor de día y fresquito de noche,  y de vez en cuando unas gotiñas que caen del cielo,  pero sin demasiada frecuencia.

 

         Repito,  y lo hago gustosamente,  que PALMEIRA y todo cuanto le rodea, hacen que todo el veraneante que la visita quede perfectamente relajado.  Se adjunta una fotografía para probar lo plácida que es la vida en este rinconcito de Galicia,  que,  como decía anteriormente,  bien merece la califiquemos como lugar de felicidad.

 

         Palmeira y palmeiráns:  Hasta el año que viene.

 

 

Julián Martínez